Sierra Nevada es una montaña singular por su posición geográfica entre Europa y África. Su considerable altitud y variedad de sustratos geológicos genera un enorme mosaico de condiciones ecológicas, lo que favorece una biodiversidad excepcional. Los ecosistemas de Sierra Nevada muestran también las huellas de las actividades agrícolas, ganaderas, forestales y mineras que se han desarrollado durante milenios.
Las paratas de cultivo, acequias de careo, los pequeños pueblos y cortijos y las repoblaciones son buena muestra de esas actividades. Estos usos tradicionales se han ido abandonando en el último siglo, a la vez que se hacen cada vez más evidentes las huellas del creciente cambio climático, con el incremento de temperaturas y la deposición de aerosoles, junto con una cada vez más pertinaz sequía. En este escenario de cambio climático, Sierra Nevada tiene cada vez más importancia para la región circundante porque representa un reservorio de agua, de biodiversidad y de agrobiodiversidad excepcional para Granada y Andalucía.
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Un poco de información previa
Capítulo 1. El agua que corre por mis venas
Sierra Nevada está inundada de acequias de origen andalusí que permiten aprovechar el deshielo primaveral para el riego de los cultivos. Este sistema ancestral, llamado careo, está en peligro a consecuencia del abandono de los pueblos y el cambio climático. El proyecto MEMOlab de la Universidad de Granada intenta ponerlo en valor y recuperarlo en colaboración con la población local.
Capítulo 2. De lo que se planta, se come
La globalización está acabando con las semillas tradicionales de Sierra Nevada. Unas pocas empresas controlan la mayoría de la producción mundial, diseñando semillas para que solo produzcan una vez. Esto obliga a los campesinos a comprar variedades cada año. Un investigador de la Universidad de Granada recolecta y guarda semillas locales de la Alpujarra para proteger la diversidad y las variedades locales.
Capítulo 3. Porque yo lo valgo
¿Para qué sirve una montaña? Sierra Nevada no solo abastece a la población de leña, agua y pastos para la ganadería, también es imprescindible para el equilibrio de la biodiversidad. Hay, además, un tercer factor, una unión cultural con la oblación local que se manifiesta en los trovos, combates dialécticos en tono satírico o crítico.