El Legado de Félix Rodríguez de la Fuente

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13/01/2006
Imagen de un prado

El Legado de Félix Rodríguez de la Fuente

Artículo sección OPINION, periódico IDEAL
13 DE ENERO DE 2006

Con un “Queridos amigos de la Fauna Ibérica”, Félix Rodríguez de la Fuente lograba sentar delante del televisor a millones de españoles. Fue uno de los personajes más emblemáticos de una España maltrecha que, a pesar de todo, mantenía los ecosistemas naturales mejor conservados de Europa. No sólo era un enamorado de la Naturaleza sino que desde muy pequeño sintió la necesidad de comunicar y transmitir esa pasión al resto de personas. Fue así el ecologista más auténtico, su palabra llegaba a todos y, a pesar de su fama, disfrutaba del contacto con los niños sabedor de que el futuro pasaba por la concienciación de las nuevas generaciones. Grandes naturalistas, guardas forestales o biólogos, entre estos últimos me incluyo, deben su temprana vocación a su figura.

Por encima de sus más de 500 programas de televisión, innumerables participaciones en radio o sus ambiciosas enciclopedias, su extraordinario mérito residió en que sus ideas fueron revolucionarias y extraordinariamente modernas. Contracorriente y en una época en que muchas de las especies de nuestra fauna eran catalogadas como alimañas, nos mostró y convenció acerca de la importancia de su conservación como el tesoro más valioso para futuras generaciones. Palabras que en boca de cualquier otro hubieran sido banales y en ocasiones hasta horteras, en Félix Rodríguez de la Fuente eran evocadoras, comprometidas y sobre todo apasionadas.

Pero además, Félix fue el naturalista más humanista. En su irrepetible serie “El hombre y la Tierra” otorgaba al hombre un papel primordial en el ciclo natural. Nadie como él comprendió que en la Biosfera todo se encuentra conectado, que ningún ecosistema es lo suficientemente remoto para escapar al impacto del resto de especies y de ahí que su amor a la Naturaleza no excluyese a su especie más evolucionada.

Veinticinco años después de su fallecimiento, España, nuestra Naturaleza, sigue en deuda con Félix Rodríguez de la Fuente. En París un gran museo reconoce la labor de divulgación y defensa a ultranza de mares y océanos llevada a cabo por Jaques Cousteau. En España y para Félix Rodríguez de la Fuente, con un par de calles o a lo sumo un busto en el zoológico de Madrid y alguna fundación, como se dice vulgarmente ¡va que arde! Todos los que tuvimos la fortuna de compartir un mismo tiempo con él tenemos la obligación moral de reclamar un verdadero museo o centro natural a la altura de su figura. En Madrid él vivió y trabajo intensamente, pero sus filmaciones se extendieron por toda la Península Ibérica siendo pocos los lugares de interés ecológico que no quedaron registrados por las cámaras de su equipo. Por ejemplo, el parque natural de Cazorla, Segura y las Villas, el mayor del País, fue escenario de algunas de sus filmaciones más sobresalientes: los paisajes calizos, el celo de la cabra montés o la berrea del embalse del Tranco. Andalucía, quizás a través de su Consejería de Medio Ambiente, tiene la oportunidad única de recoger un testigo que parece haber quedado en el olvido por las administraciones centrales. La creación de un gran Museo en este espacio natural sería un proyecto ilusionante que, no sólo completaría la oferta turística de una región de paisajes agrestes y naturaleza exuberante, sino que con seguridad se convertiría en uno de los centros más visitados de nuestra geografía.

Félix Rodríguez de la Fuente, el amigo de los animales, dejó de ser hombre para convertirse en leyenda y aunque su recuerdo es imperecedero en la mente de los que lo conocimos a través de la pequeña pantalla, las generaciones presentes y futuras merecen acercarse a lo que significa el legado de un naturalista irrepetible.

Manuel Villar Argaiz, Profesor del Departamento de Ecología de la Universidad de Granada