La sección de noticias de Science realiza una entrevista a Jorge Castro sobre un experimento con orina humana.
En las montañas del sureste de España, un diminuto ratón de bosque (Apodemus sylvaticus) huele su cena. Los arbustos y pinos de Sierra Nevada desprenden varios olores intrigantes, incluido el aroma a nuez de las bellotas de la encina (Quercus ilex). Pero estas bellotas tienen otro olor más penetrante, como si acabaran de salir de un baño de amoniaco.
Resulta que sí lo han hecho, gracias a un experimento peculiar de gestión forestal. El proyecto, dirigido por el ecólogo de la Universidad de Granada, Jorge Castro, es parte de un esfuerzo mayor para repeler ratones, pájaros y otras criaturas del bosque que se comen las semillas usadas para reforestar. En un estudio publicado a principios de este mes, Castro pregunta audazmente: ¿Rociar bellotas con orina humana hace que los ratones no se las coman?
Por desgracia, la respuesta es un rotundo y desafortunado no. Como revelan las grabaciones de video del área de estudio, los roedores y otros animales no parecen inmutarse por el olor de las bellotas cubiertas de orina.